7 de octubre de 2012
Hoy ha habido otra manifestación más en Madrid, de esas 2.700 que
calcula el Ayuntamiento que han tenido lugar en la capital en solamente un año. Somos
la ciudad que más protesta, junto con Berlín. En este caso, la convocatoria ha
sido nacional: la Cumbre
Social ha movilizado a miles de personas en más de cincuenta
ciudades españolas en protesta por la austeridad, por la creación de empleo y
con el ojo puesto en una huelga general el día 14 de noviembre, que coincida
con el parón portugués.
La marcha ha recorrido Delicias desde las doce de la mañana lanzando el
enérgico llamamiento a que los ciudadanos impidan que aquellos que “intentan
arruinar el país” lo hagan. Reclaman, también, un referéndum, menos recortes, una
televisión sin manipulación y al servicio del Partido Popular. Desde Legazpi
hasta Atocha, 150 organizaciones acompañaron a los ciudadanos, entre ellas la
asociación de Actores, los sindicatos o el Partido Socialista. De presencia un
tanto irritante, sí. Pero quedémonos con el bonito concepto de unidad.
La protesta se ha unido a la mayoría de movilizaciones y ha lanzado al
Gobierno el mensaje clásico: apunta a las medidas de austeridad, y las acusa de
inútiles e injustas. Según el manifiesto de la convocatoria, los Presupuestos
Generales van a hundir al país aún más en la crisis y van a incrementar la tasa
de paro: es decir, lo contrario de lo
que nos vienen diciendo que harán las reformas. No importa cuánto intenten los
portavoces del Gobierno manipularnos: las medidas de austeridad recortan la
inversión pero no generan empleo. ¿Hacia dónde nos encaminan nuestros líderes,
entonces?
Creo que, a pesar de la confusión entre propaganda y realidad, la
gente va teniendo cada vez más claro que nuestra clase política es la verdadera
NI-NI: NI está tomando medidas para reducir el paro NI piensa hacerlo. Por más que nos digan que sí. Y esta dirección hacia los intereses de unos pocos nos va a llevar
al resto a una sola meta: la pobreza y la exclusión social.
Es hora de que la gente se dé cuenta y actúe, como sea. ¿Que las huelgas y las
manifestaciones no sirven de nada? Bueno, ese empeño del Gobierno en
prohibirlas a mí me hace replanteármelo. Habrá que empezar por hacerse oír, en
las calles; que no vuelvan a decir eso de “se les oye quejarse pero no pedir un
trabajo”. Habrá, entonces, que pedirlo más alto.
Artículo de Diana Moreno
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